En la evolución de sus procesos productivos y logísticos, GranTerre se enfrentó a una serie de desafíos complejos. La gestión de recursos heterogéneos, distribuidos en espacios físicos a menudo limitados, requería una coordinación precisa sin poner en riesgo la continuidad operativa. Con el aumento de los flujos y la variedad de movimientos internos, garantizar la seguridad de las personas y los productos se convirtió en una prioridad, especialmente en un entorno donde conviven automatización y actividades manuales. Al mismo tiempo, era esencial mantener un alto rendimiento pese a la creciente complejidad operativa, encontrando el equilibrio adecuado entre eficiencia y flexibilidad para responder a necesidades productivas dinámicas y no siempre previsibles. Otro reto era integrar el factor humano en los procesos automatizados sin perder control, capacidad de reacción ni la responsabilidad operativa. Finalmente, GranTerre necesitaba una visibilidad completa y centralizada de los flujos, con sistemas conectados y fiables capaces de ofrecer un control end to end de todo el proceso logístico.